8 jul 2014

El Cuadro de la Sala



Pensé en hacer un cuadro para colgar en tu pared, ponerle viento y llenar la sala. Hacer algo que saliera natural, manifestando que de vez en cuando uno se despide y sigue adelante. Porque no se puede vivir sedentario, ni recogiendo el desorden que otros hicieron. Hay que salir afuera buscando respuestas, haciéndose la idea de volver con una mejor cara para el futuro. O por lo menos esa es la idea.

Así que en la necesidad de buscar una imagen para colgar en la pared de una casa futura; aboqué mi inspiración en un artista que dibuja mundos, Einar Turkowski, el hace mundos flotantes que parecen ciudades del futuro. Me preguntaba si mi casa debería también estar en las nubes, pensarla, idealizarla como un lugar que cambiará en la vida, que puede estar aquí o allá. Entonces imaginé que para eso, debíamos primero deshacernos de todo aquello que nos ata, dejar que todo fluya, que el viento desordene las hojas, que nos recuerde que podemos abrir las puertas y hacernos un lugar.

¿Es acaso un recordatorio esta pintura?, de trazarnos nuevos horizontes, no es un cuadro de remordimientos, ni angustias, no es un cuadro reseco, es más bien de otoño y de renacer en una casa que necesita de inspiración y espíritu.


Ahora bien, ¿cómo se dibuja el espíritu?, porque no pensar en la vida misma, pensar en los cambios, en deponer los miedos, en aprender, quizás entonces deba llevar la pieza una palabra que sugiera lo poco práctico de que querer tenerlo todo figurado de una vez, que a veces necesitamos silencio. Quizás lleve profundidad, vacío. En el vacío se nota el silencio, más bien te abraza. Aunque ya la casa es bastante silenciosa como para agregarle vacío, así que debería sustentarse en algo, porque estos días son tan poco comunes, todos los días nos replanteamos las ideas, nos mueven el piso.


El Cuadro de la Sala. Ana Brett 2014 Grafito.

Así que debo agregar balance. Porque es difícil encontrarlo cuando la mente está dispersa. Toca preguntarnos ¿qué buscamos aquí? ¿Ya contribuimos suficiente?. Entonces por último, pensé que no debía ponerle rostros al cuadro, pero sí caminos, podía ponerle proyectos, dibujar sobre la madera un valle de puertas que nos recuerden las oportunidades. Y hacer al igual que Turkowski, nuestro propio mundo.