27 jun 2016

Notas sobre Rayuela

Siempre me di golpes contra sus páginas.
Por el disparo de palabras. La ansiedad no permite leer.
2013
En plena fase donde navegaba en una habitación, navegaba en apegos.
En casa no me reconocía. Tuve que irme. Me fui con maleta pequeña.

He estado tan lejos que ya no recuerdo bien las cosas que están metidas en mi closet,
lo que no moví de mi mesa de noche,
la última frase que dejé escrita en mí espejo.
Porque yo estaba dividida en trozos, en habitaciones.

Nunca antes un libro me hizo estar con el lápiz en la mano escribiendo insultos sobre las páginas.
Me preguntaba de qué servía tanta alharaca.
Si se está encerrado en una habitación discutiendo sobre la lógica de la realidad.
Discutir si la situación de nuestro país es culpa de nosotros o no.
¿A quién le sirve el exceso de pensamiento?
Me han agarrado tantas tardes tomando tanto café para saber si en verdad estoy despierta,
si no me estoy inventado esta vida nueva,
si cuando vuelva a mi cama, la de sábanas verdes, allí despertaré del sueño.

Compré este libro en un lugar de Caracas un octubre,
cuando daba vueltas con mi libro negro Angora.
Preguntándome que tan lejos estaba yo de la literatura.
Mientras tomaba Rayuela e iba a caja a pagar 350 bsf, el señor Luis Yslas estaba allí parado a mi lado, mirándome, dándome una mirada de aprobación.
Porque algo que encontré en Rayuela es eso, es más fácil hablarnos sin hablar.
Somos tanto que nos da pena rozarnos.

Mi tío-amigo E me cuenta en su carta: "con ese libro se le secó la placenta a Cortázar"
¿Lo habrá más que secado tanta ansiedad sobre el fracaso que nos asecha a todos los latinoamericanos?
Tanto prender y apagar la luz porque necesitamos que alguien nos diga: Dale, que vas bien.

Es cierto que me pasa con cada libro, con cada historia que leo, cada pedazo me causa una especie de desasosiego. Meterse cada vez más adentro y sentir que uno es una pregunta inconclusa, un algo que no habla y no expresa. Un ser que no vive ni deja vivir, un alguien que no lava ni presta la batea. Tanto que apagamos antes de intentar, por las opciones que le damos a quien tiene apenas 15 años.

Quizás sí, todo es más complicado que las sugerencias, que eso no basta para estropearse el futuro. Eso es solo un incentivo, sino sabemos observar, sino rasgamos y abrimos la puerta de la habitación finalmente, sino abrimos la caja por nosotros mismos.

Me quedo con tres cosas:

Capítulo 32, página 209
"porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como cajón de la cómoda y te pone a ti mismo de un lado, el domingo del otro, el amor de madre, el juguete nuevo"

Capítulo 90, página 445
La falsa acción.

y me quedo con esto para mi propio "Patio de objetos"
Cap 105, página 487

"Pienso en esos objetos, esas cajas, esos utensilios que aparecen a veces en graneros, cocinas o escondrijos, y cuyo uso ya nadie es capaz de explicar. Vanidad de creer que comprendemos las obras del tiempo: el entierra a sus muertos y guarda las llaves. Sólo en sueños, en la poesía, en el juego - encender una vela, andar con ella por el corredor- nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos. "