2 feb 2016

La Casa Larga

Basada en una fotografía que me enviaron mis primos del campo minado.


La otra noche soñé con intrusos. Por alguna razón eran Mickey, Goofy y el Pato Donald. Entraron a mi antigua casa, paseándose por los patios, era de noche y un foco de luz los perseguía.

Quizás los textos tienen naturaleza propia. Lo que escribo, se extiende sobre la misma casa, la amenaza, de manera que cada letra la va borrando. Pero, no puedo pretender hacer de vidente. La verdadera historia es el peso de los años y la soledad sobre sus paredes.

Quisiera soñarla con un destino más amable, que el barrio donde fue construida no la siga golpeando, y que el trabajo de Marcelino no tenga el destino inevitable de caerse a pedazos.

Han entrado a la casa varias veces pero en esta ocasión rompieron la cama, esa que pensábamos eterna e inamovible. Ahora le cae polvo a través de un orificio que mira a la intemperie.

Crece afuera toda una angustia que la comprime. Por cada minuto que transcurre, la casa se agrieta. Un día tendremos que decirle adiós para acostumbrarnos a almacenarla en el archivo de la memoria, porque ya no aguanta estar separada de sus dueños.

Los intrusos dejaron nuestra vida esparcida por el piso, arruinando las gavetas, haciendo de la sala un campo minado.

La casa que aún veo esta intacta en el año 1999, yo cumplía 15 años y le daba el verdadero adiós a mi casa larga.