1 abr 2017

CASA




El mundo no va a cambiar y tienes que rescatarte a ti mismo.
El talento parece ser lo único que los hombres ordinarios no pueden aplastar.

Recientemente Sofía Imber dejó este mundo, otra figura que murió en una Venezuela que no aplaude el talento, gobernada por marginales. Ella dijo algo que me hizo mucho sentido: "No tengo nostalgia por casi nada"

Viajar a Venezuela fue un duro golpe, me creí fuerte, para ver todo aquello, para ver la realidad de cerca. Y que eso no me nublara, que no me cegara ante lo que yo era. Pero la imagen de una calle que antes tenía un grado de decencia, y reemplazarla por un zamuro comiendo carne podrida, eso se me quedó bien adentro.

No tengo nostalgia por casi nada, dijo Sofía. Lo que tenía que aprender lo aprendí en sus etapas.

Tuve que lavar la nostalgia. Reconocer que me había tirado en una depresión que no servía para nada, todo se convirtió en miedo. No me dejó ser ni vivir el presente. Tuve que reconciliarme con el hecho de haber decidido estar lejos. Porque ya no puedo cambiarlo, porque lo que me enseñaron mis padres se queda conmigo, porque no vale la pena malgastarse en cosas que no existen. Mi realidad es esta y ser productivo es lo único que nos queda

Entonces en ese momento pude volver. Me costó dos meses verlo.
No renunciemos a ser lo que somos, no tengamos miedo, no lleguemos a otro país para que nos tengan lástima. Eso no ayuda en nada, todo lo contrario.

Repito lo que dice el poeta:
Cuando se está limpio de conciencia no se es inmigrante en ninguna parte del mundo.

Me lavo la nostalgia y le ruego, por la alegría de toda la familia que tengo, que ya no nos comparemos con nadie, con lo que somos basta. Y vendrá ese tiempo donde volvamos a ser dignos.

A ellos les dedico las imágenes que recogí de este viaje.