30 ene 2018

Caras conocidas



Me mentí muchas veces, lo digo primero y lo dejaré stand-by mientras cuento lo que soñé anoche.

Fui hasta un estacionamiento a buscar a mis papas, a mi hermana a una tía y su hija, un gentío. 
Ellos venían a visitarme, los abracé a todos. Mi papá sonreía, estaba muy contento, les dije que debíamos apurarnos porque teníamos un asunto, algún evento pendiente. Fuimos a cambiarnos. Me vi vestida con un bello suéter plateado y una falda increíble. No sé qué era eso tan importante que celebrábamos, alguien me alabó el suéter, y luego me perdí entre la gente, no encontraba mis caras conocidas, ni a mi padre, con el que quería simplemente ponerme a cantar y tomarnos algo. Somos buenos para eso. He estado mucho tiempo en mí misma, no sabía cuánto era capaz de extrañarlos. 

Entonces la fiesta tenía luces hermosas, gente por todas partes, la mayoría en colores brillantes. Pero a ellos no los encontré más. 

Allá afuera donde todo esta raro, él me acompañaba en las diligencias, y le gustaba estar simplemente conmigo, eso hace la distancia, cuando estuvimos juntos lo supimos. Recordé que papá me enseñó a observar cuando era niña y fue generoso de mostrarme su mundo. 

La parte del cariño la recuerdo de él. 

Entonces porqué me he mentido, no lo sé, a él nunca le revisé las gavetas, ni busqué saber más de lo que él quisiera contarme, porque es transparente, coño gente no lo quiebren porque no tiene voz para defenderse, sí para cantar y celebrar alegrías propias y ajenas. 

Me he mentido sí. Porque uno llega a la parte donde volteas a verte a ti mismo y te preguntas, en verdad quieres devolverte a tu país. No, porque ese país ya no existe, es verdad que quería regresar a mi casa y estar con mis padres.

En el lugar al que llegues te tocará hacer un auto diagnostico, porque sobre tu propia geografía uno sabe quien es y no quiere parecerse a nadie, mientras afuera te pareces a todo el mundo. 

Es verdad que uno los piensa, pero los hilos se van rompiendo, hay días muy largos o semanas, donde las llamadas no llegan y uno sigue adelante.

La meta tampoco es parecerme a mi padre. Pero sí volver a verme, cuando esté rodeada de gente, encontrar una cara conocida a la que le hable en voz alta.