11 jul 2019

Carta a un pájaro.

Hace un año se fue uno de mis pájaros, me llegó de nuevo esta frase que me dejaste en una carta.

Angora, gata sigilosa, de todos los silencios solo el tuyo escucho.

Silencio, sí.

Yo que pensé que podía encontrarte de nuevo en un sueño, en una señal, en esas especies de milagros en los que creen mis tías, pero nada, solo silencio.

Me acuerdo de ese último café al que no llegaste porque no encontraste lugar donde lavarte la cara después de tanto agite.

No fui a despedirme, no pude escuchar lo que dijeron de ti en las últimas noches, nadie hizo la caridad de registrarlo.

Mírame aquí dejándote ir, porque ha pasado un año. Porque fui una y otras vez a las cartas y no encontré eso que pensé guardabas, en cambio apareció todo aquello de, sé una esponja en Chile, para eso te mandé, sigue trabajando que la belleza no llega a uno sale de uno.

Aun pienso que hay una gaveta donde dejaste un manuscrito, una última carta no enviada, las cosas que quizás subrayaste en algún libro, pero en verdad es porque no hay nada que extrañe más que leerte amigo. Amigo, desde el día que me ascendiste porque dijiste que ya no podíamos ser más sobrina-tío sino amiga.

No veo que se justo que el dolor no nos haya permitido seguir escribiéndonos. Que te haya apagado.

En esa última llamada aterradora, dijiste, ahora que quiero no puedo. Tuve que reclamar, no te permito los resúmenes, yo admiré tu vida siempre y me respondió desde el asombro tierno: ¿Verdad?



En ese libro que me prestó Ari dice:
¿Qué más pides? Con algo contribuí a tu vida,
pensaste, comparaste, voló el tiempo en seguida.
(Alfonsina Storni)

Bien tío, me despido.
Como si fuera una carta firmo

Anita Brett
como me dijiste, así te deberías llamar en público, hazme caso.

Aquí estoy y sigo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario