24 ago 2014

Notas Pendientes

Cuando tenía 15 años, la directora del colegio quiso que YO, un muchacho con posibilidades, viajara a Italia a  estudiar italiano con una beca, fui emocionado a contarle a mi padre y este me dijo: ¿Para qué vas a ir a estudiar eso, allá tan lejos?” Nunca logré ir a Italia a estudiar italiano.
 
Cuando estaba recién casado, trabajaba duramente aguantando sol construyendo en la refinería, mi jefe que era extranjero, me ofreció trabajo en Puerto Rico, ganaría en dólares, pero estaba casado, no podía dejar a mi mujer sola, así que le dije que  no iría, pocas veces en la vida he salido del país.

Cuando terminé mi carrera de la universidad en cuatro años y medio, me hablaron de las posibilidades de postgrado en Europa. Busqué toda la información, solo necesitaba dinero, recurrí a mi padre que siempre me dijo que me ayudaría. Al comentarle mis planes, este me dijo, te pago el postgrado, pero busca uno que sea aquí mismo.

Cuando cumplí 16, mi padre me dijo que debía estudiar ingeniería petrolera, porque eso es lo que daba dinero en este país, estudie la carrera con mucha dificultad porque me costaba entenderla, me gradué, años después no encontraba trabajo, despidieron mucha gente de la industria, hoy no soporto ni el olor de los gases petroleros.

Finalmente.

Cuando tenía 15 años vi un documental de un artista famoso, me abrió la mente, quise dibujar las mismas curvas que el hacía en sus bosquejos, no conocía muchas cosas, pero sabía que quería estudiar arte. Le dije a mi madre que sabía que no teníamos posibilidades económicas para que me enviara a otra ciudad a estudiar, pero ella me dijo, inscríbete, ahí vemos cómo hacemos. Aunque mi padre se oponía.