He aprendido a amar al gato.
Un animal al que yo le tuve miedo toda la vida.
Desde niño tuve una gran aprehensión por el gato.
Veía en el gato un cierto misterio que chocaba con la condición humana.
Veía al gato del otro lado de la realidad.
He ido aprendiendo a querer al gato y me he dado cuenta que es casi la única
y verdadera compañía que puede tener el hombre.
Porque el gato no interfiere en tus asuntos, ni le gusta que te metas en los
de él.
No es como el perro.
El perro participa contigo, quiere que lo aplaudas, que
le hagas cariño y finge, finge hasta el llanto. Trata de ser humano.
El gato no. El gato es lo que es él. Encerrado en sí mismo, pero te acompaña
está a tu lado, pero jamás te interrumpe.
Por eso he llegado a tener una gran
intimidad con el gato y escrito algunas cosas sobre él también.
Tengo un gato. Murió uno que tenía que recogimos de la calle y al que queríamos
muchísimo.
Pero ahora tengo otro un gato de angora
muy bonito. Estamos, no formándolo porque el gato es imposible de formar. El
gato es una pasta, un material que no hay manera de trabajarlo, el gato es
independiente y autócrata de si mismo.
Julio Garmendia sobre los gatos.
Hace tiempo vi una entrevista que le hicieron, le puse pausa y anoté.