Amor Porteño. Grafito rápido mientras se comía strudel de manzana. |
2016.
Recordatorio: No existía posibilidad creíble.
Pero andabas caminando perdida en escaleras y calles, contemplando ciudades
extrañas, comías helado y la dueña te regalaba otra porción, en el Amor
Porteño.
Recordatorio: No había razón para ausentarse,
algún conocido tiene miedo. Tengo 20 años trabajando, jamás me he dado el gusto
de irme dos meses de viaje.
Recordatorio: A nadie le funciona lo
indispensable. Al fin lo entendimos.
Hemos estado tan ocupados. Nos dicen que debemos estudiar,
a los 15 años que debemos ir a la universidad, somos tan inmaduros, (21 años sin remedio, todos los lugares que debería estar viendo), no sabemos quiénes
somos, menos qué estudiaremos, nos dicen a los 25 que nos casemos y tengamos
hijos, (Insisten en decirte esto, "No pierdas el tiempo") los miras preocupados. 30 años debes comprar una casa, algunos carros, los aires acondicionados de la casa,
un televisor para cada habitación, las tarjetas están sobregiradas, el sistema
me dice que me endeude. Algunos lo han logrado, admiras. Respiras. Viajar será un día, cuando nuestros hijos
vayan también a la universidad. Este año compré el comedor de vidrio que tanto
me gustaba, lo uso el 31 de diciembre en la cena de fin
de año.
Recuerda cuando regreses a la ciudad natal,
aquello que dejaste afuera, cuando besaba él tu mejilla, y decía que era feliz,
sin nada en los bolsillos, parando de bus en bus, comidas compartidas, los
encuentros afortunados, las personas que conoces, el mundo que ya se volvía
menos inhóspito, menos agresivo, más amable.
Sí, quizas mañana seguiremos sacando cuentas, pero los
días no serán prestados. Allá nos quedaremos, por las circunstancias que
nos hayan arrastrado. Aprender a andar con el movimiento, insistir.
A veces me pierdo pensando sí hay más miedo a ser
joven sin futuro, o viejo sin pasado.