“Lo logré, yo lo hice”. Leí
esto en la historia detrás del Toronto. Historias de gente que es capaz de
trabajar 24 horas al día para conseguir crear algo. Quisiera encontrarme con
este nombre, en el libro que leí, "Venezolanos de la A a la Z" de Rafael
Arráiz Lucca, Ernst Weitz, claro, no es venezolano de nacimiento, es polaco,
llego a Venezuela con 19 años dejando atrás la segunda guerra mundial, le dio
al país una marca, alimento a la Savoy y produjo el Toronto, le enseño a la
Marlon a cortar de manera más fácil los plátanos, para crear los platanitos,
que es otro sello nacional.
Lamento que estemos tan sordos,
concentrados en un solo problema, que probablemente no le estamos haciendo
honores a los talentos perdidos, y los nuevos no se están ocupando en
desarrollarlos, sino en pelear contra un gobierno de ignorantes y resentidos.
Nos perdemos en lo que puede verse como un mar insostenible de cultura limitada
y exclusivamente roja.
Simón Díaz se fue sin una
despedida apropiada como se ha ido Ernst Weitz. Tantos venezolanos de nacimiento
y otros que adoptó nuestro país. Que lograron producir trabajando por años y
crear industrias sostenibles que no dependían de la caridad ni de los favores,
sino del trabajo y del conocimiento.